Publicado el Deja un comentario

La Creación del ser humano, encuentro para el diálogo interreligioso

Desde el primer profeta, Adán –la paz sea con él–, la humanidad ha sido llamada a creer en Dios, desde la primera pareja creada Dios guío a la humanidad entera al camino recto, pero a lo largo de la historia el hombre ha creado otras formas de adoración que le alejan de este camino, a pesar de que los profetas nos han ejemplificado las formas de adoración correcta mediante la revelación que han recibido y no mediante la reflexión que los seres humanos podemos ejercer; el legado de los profetas ha sido el conocimiento para discernir lo que es adoración y lo que no lo es, como la idolatría o la asociación.

Encontramos quienes han tergiversado las órdenes de Dios mediante opiniones, teologías y filosofías de todo tipo; sin que por ello estas formas del pensamiento sean en sí mismas negativas para la religión como tal, lo es sus conclusiones basadas en el intelecto humano que abandona la palabra divina.

La proclamación de la creación del hombre se convierte en petición, consejo y orden de predicación, exhortación y reflexión sobre los signos divinos; ella se expresa en unos cuantos párrafos, líneas o verbos. La creación es un signo para el hombre, es un prodigio de Dios.

La creación es la revelación de Dios, es una manifestación de su absoluto poder, a la vez que de su infinita misericordia. Explicación, afirmación para algunos o acaso incógnita o misterio, para otros; para ambos es interpelación y respuesta, vocación y misión, y, por último, origen y resolución; de allí que, “si todo procede de Dios, todo depende de Dios”[1], según la Torah y el Corán.

Dios creó al hombre, haciendo de él un representante suyo en la tierra, puso a su servicio todo el universo y le encargó poblar la tierra; el hombre no puede olvidar que es una creación de Dios y un siervo del Señor (‘abd allah).

El hombre no es centro absoluto de la creación, pero la creación está en función suya mientras el hombre se encuentra en función de Dios. En otras palabras, el señorío de Dios sobre el hombre y del hombre sobre el resto de la creación es más que una dominación en relación de utilidad, su dominio no es absoluto, pues depende de su creador.

La creación en sí misma es un llamado a reconocer la omnipotencia de Dios y la debilidad humana; es una narración que habla al hombre de su origen, final y finalidad: alabar a Dios.

La creación del hombre[2] es clave para el diálogo interreligioso ya que es a la vez signo, advertencia y llamado de Dios; la creación entera es un signo para el hombre, un prodigio de Dios que el hombre debe seguir como ejemplo; la creación es la revelación de Dios, pero la revelación divina no es una creación pues la Palabra es eterna, dicho otro modo, carece de temporalidad aun cuando es una manifestación de lo absoluto en un momento preciso de la historia de la humanidad; la palabra eterna de Dios se manifiesta mediante un ángel en la presentación de los profetas enviados para toda la humanidad, la respuesta a este llamado esta en la obediencia a Dios creador antes que a los hombres y sus ideas o instituciones creadas por ellos.

11.7 Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero

30.22 Y entre Sus signos está la creación de los cielos y de la tierra, la diversidad de vuestras lenguas y de vuestros colores. Ciertamente hay en ello signos para los que saben.

وَمِنْ آيَاتِهِ خَلْقُ السَّمَاوَاتِ وَالْأَرْضِ وَاخْتِلَافُ أَلْسِنَتِكُمْ وَأَلْوَانِكُمْ إِنَّ فِي ذَلِكَ لَآيَاتٍ لِّلْعَالِمِينَ {22}

 

[1] PONGUTÁ, Silvestre, Una introducción al Pentateuco, p. 37.

[2] Entiéndase hombre y humanidad sin género particular, siguiendo críticamente las apariciones en las escrituras sagradas del Berešīt y del Sagrado Corán.

© Casa de Sabiduría

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.