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Sucesos en el juicio final (Sagrado Corán)

Trono

En el juicio universal Dios se encuentra en su trono, rodeado de los ángeles, otorga las recompensas y los castigos, según lo consignado en el libro; en el día del acontecimiento (الْوَاقِعَةُ, cfr. 69.15):

69.17 Los ángeles estarán en sus confines y ese día ocho de ellos llevarán, encima, el Trono de tu Señor.

وَالْمَلَكُ عَلَى أَرْجَائِهَا وَيَحْمِلُ عَرْشَ رَبِّكَ فَوْقَهُمْ يَوْمَئِذٍ ثَمَانِيَةٌ {17}

Si bien el trono de Dios es una temática muy compleja en el Sagrado Corán, en relación con el día del juicio final puede decirse que, si Dios es infinito, espacial y temporalmente, es evidente que Su “trono” (arsh) es una alusión a la manifestación plena de esa omnipotencia en el Día del Juicio. Varios de los comentaristas más antiguos consideran que se trata de ocho ángeles; otros, que son ocho filas de ángeles, metáfora o realidad desde allí juzgará a toda su creación.

Los de la derecha y los de la izquierda[1]

Si bien todos serán juzgados, habrá una división entre los justos se le entregará el libro de “cuentas” en la mano derecha y entre los injustos que lo recibirán en la mano izquierda o detrás de la espalda. En el juicio descrito en el sagrado Corán, el Juez dictamina y la decisión no admite apelación o abrogación alguna.

Los hombres serán divididos en dos grupos: los compañeros de la derecha serán recompensados en el jardín de las delicias; y los compañeros de la izquierda componen son los condenados. Siguiendo el tafsir de al-Qurtubi, ese día los hombres saldrán en grupos para la rendición de cuentas, un grupo tomará la dirección de la derecha hacia el Jardín y otro grupo tomará la de la izquierda hacia el Fuego.

99.6 Ese día los hombres surgirán en grupos, para que se les muestren sus obras.

يَوْمَئِذٍ يَصْدُرُ النَّاسُ أَشْتَاتًا لِّيُرَوْا أَعْمَالَهُمْ {6}

Es decir, la división entre los grupos en relación con las obras, pues es el día, según el profeta –la paz y las bendiciones de Dios sean con él– se ha establecido “para que vean sus obras”, es decir, para que los hombres vean la recompensa de sus acciones.

Según sus obras

Este juicio se hará según las obras individuales y será medido según su “peso” en la balanza, se ha hablado de la “Balanza” que dispone de platos y es justa, es en ella donde se pesan las hojas en las que se registran tanto las buenas como las malas acciones.

101.2 ¿Qué es el día aterrador?

[…]

101.6 Aquel cuyas obras buenas sean más pesadas [que las malas] en la balanza

101.7 Gozará de una vida placentera [en el Paraíso].

101.8 En cambio, aquel cuyas obras buenas sean más livianas en la balanza [que las malas]

101.9 Su morada estará en el abismo [del Infierno].

مَا الْقَارِعَةُ {2}

[…]

فَأَمَّا مَن ثَقُلَتْ مَوَازِينُهُ {6}

فَهُوَ فِي عِيشَةٍ رَّاضِيَةٍ {7}

وَأَمَّا مَنْ خَفَّتْ مَوَازِينُهُ {8}

فَأُمُّهُ هَاوِيَةٌ {9}

Siguiendo el tafsir de al-Qurtubi, Al-Qáriia (la conmoción, el día aterrador) es el Día de la Resurrección y la Hora, porque en él se conmocionan las criaturas por las atrocidades y angustias de ese Día.

En este libro están escritas las obras de los hombres, un registro para el posterior ajuste de ‘cuentas’:

17.13 Hemos asignado a cada hombre su suerte, y el día de la Resurrección le sacaremos una Escritura que encontrará desenrollada:

17.14 «¡Lee tu Escritura! ¡Hoy bastas tú para ajustarte cuentas!»

وَكُلَّ إِنسَانٍ أَلْزَمْنَاهُ طَآئِرَهُ فِي عُنُقِهِ وَنُخْرِجُ لَهُ يَوْمَ الْقِيَامَةِ كِتَابًا يَلْقَاهُ مَنشُورًا {13}

اقْرَأْ كَتَابَكَ كَفَى بِنَفْسِكَ الْيَوْمَ عَلَيْكَ حَسِيبًا {14}[2]

Igualmente, las comunidades:

45.28 Verás a cada comunidad arrodillada. Cada comunidad será emplazada ante su Escritura: «Hoy seréis retribuidos con arreglo a vuestras obras.

45.29 He aquí Nuestra Escritura, que dice la verdad contra vosotros. Apuntábamos lo que hacíais».

وَتَرَى كُلَّ أُمَّةٍ جَاثِيَةً كُلُّ أُمَّةٍ تُدْعَى إِلَى كِتَابِهَا الْيَوْمَ تُجْزَوْنَ مَا كُنتُمْ تَعْمَلُونَ {28}

هَذَا كِتَابُنَا يَنطِقُ عَلَيْكُم بِالْحَقِّ إِنَّا كُنَّا نَسْتَنسِخُ مَا كُنتُمْ تَعْمَلُونَ {29}

7.8 La pesa ese día será la Verdad. Aquéllos cuyas obras pesen mucho serán los que prosperen,

7.9 mientras que aquéllos cuyas obras pesen poco perderán, porque obraron impíamente con Nuestros signos.

وَالْوَزْنُ يَوْمَئِذٍ الْحَقُّ فَمَن ثَقُلَتْ مَوَازِينُهُ فَأُوْلَـئِكَ هُمُ الْمُفْلِحُونَ {8}

وَمَنْ خَفَّتْ مَوَازِينُهُ فَأُوْلَـئِكَ الَّذِينَ خَسِرُواْ أَنفُسَهُم بِمَا كَانُواْ بِآيَاتِنَا يِظْلِمُونَ {9}

17.13 Hemos asignado a cada hombre su suerte, y el día de la Resurrección le sacaremos una Escritura que encontrará desenrollada:

17.14 «¡Lee tu Escritura! ¡Hoy bastas tú para ajustarte cuentas!»

وَكُلَّ إِنسَانٍ أَلْزَمْنَاهُ طَآئِرَهُ فِي عُنُقِهِ وَنُخْرِجُ لَهُ يَوْمَ الْقِيَامَةِ كِتَابًا يَلْقَاهُ مَنشُورًا {13}

اقْرَأْ كَتَابَكَ كَفَى بِنَفْسِكَ الْيَوْمَ عَلَيْكَ حَسِيبًا {14}

Es decir, según la justicia divina:

36.54 Ese día, nadie será tratado injustamente en nada y no se os retribuirá sino conforme a vuestras obras.

فَالْيَوْمَ لَا تُظْلَمُ نَفْسٌ شَيْئًا وَلَا تُجْزَوْنَ إِلَّا مَا كُنتُمْ تَعْمَلُونَ {54}

52.16 ¡Arded en él! Debe daros lo mismo que lo aguantéis o no. Sólo se os retribuye por vuestras obras».

اصْلَوْهَا فَاصْبِرُوا أَوْ لَا تَصْبِرُوا سَوَاء عَلَيْكُمْ إِنَّمَا تُجْزَوْنَ مَا كُنتُمْ تَعْمَلُونَ {16}

39.68 […] Se decidirá entre ellos según justicia y no serán tratados injustamente.

 […]ثُمَّ نُفِخَ فِيهِ أُخْرَى فَإِذَا هُم قِيَامٌ يَنظُرُونَ {68}

39.70 Cada uno recibirá conforme a sus obras. Él sabe bien lo que hacen.

وَوُفِّيَتْ كُلُّ نَفْسٍ مَّا عَمِلَتْ وَهُوَ أَعْلَمُ بِمَا يَفْعَلُونَ {70}

Los Apocalipsis judíos, cristianos y el Sagrado Corán poseen substratos de tradición literaria, mítica, mística y religiosa comunes, sin que por ello sean equivalentes.

51.10 ¡Malditos sean los que siempre están conjeturando,

51.11 que están en un abismo, despreocupados,

51.12 que preguntan: «¿Cuándo llegará el día del Juicio?»!

Otra traducción (IIPH):

Malditos sean los que dudan y niegan [la Verdad]!

Aquellos que están sumergidos en la incredulidad y nada les importa,

Y preguntan [con desdén]: ¿Cuándo será el Día del Juicio?

[1]

69.18 Ese día se os expondrá: nada vuestro quedará oculto.

69.19 Aquél que reciba su Escritura en la diestra, dirá: «¡Tomad! ¡Leed mi Escritura!

69.20 ¡Ya contaba con ser juzgado!»

69.21 Gozará de una vida agradable

69.22 en un Jardín elevado,

69.23 cuyos frutos estarán al alcance de la mano.

69.24 «¡Comed y bebed en paz el fruto de lo que hicisteis en días pasados!»

69.25 Aquél que reciba su Escritura en la siniestra, dirá: «¡Ojalá no se me hubiera entregado la Escritura

69.26 y no hubiera conocido el resultado de mi juicio!

69.27 ¡ Ojalá hubiera sido definitiva!

69.28 De nada me ha servido mi hacienda.

69.29 Mi poder me ha abandonado»

69.30 «¡Cogedle y ponedle una argolla al cuello!

69.31 ¡Que arda, luego, en el fuego de la gehena!

69.32 ¡Sujetadle, luego, a una cadena de setenta codos!»

                يَوْمَئِذٍ تُعْرَضُونَ لَا تَخْفَى مِنكُمْ خَافِيَةٌ {18}

فَأَمَّا مَنْ أُوتِيَ كِتَابَهُ بِيَمِينِهِ فَيَقُولُ هَاؤُمُ اقْرَؤُوا كِتَابِيهْ {19}

إِنِّي ظَنَنتُ أَنِّي مُلَاقٍ حِسَابِيهْ {20}

فَهُوَ فِي عِيشَةٍ رَّاضِيَةٍ {21}

فِي جَنَّةٍ عَالِيَةٍ {22}

قُطُوفُهَا دَانِيَةٌ {23}

كُلُوا وَاشْرَبُوا هَنِيئًا بِمَا أَسْلَفْتُمْ فِي الْأَيَّامِ الْخَالِيَةِ {24}

وَأَمَّا مَنْ أُوتِيَ كِتَابَهُ بِشِمَالِهِ فَيَقُولُ يَا لَيْتَنِي لَمْ أُوتَ كِتَابِيهْ {25}

وَلَمْ أَدْرِ مَا حِسَابِيهْ {26}

يَا لَيْتَهَا كَانَتِ الْقَاضِيَةَ {27}

مَا أَغْنَى عَنِّي مَالِيهْ {28}

هَلَكَ عَنِّي سُلْطَانِيهْ {29}

خُذُوهُ فَغُلُّوهُ {30}

ثُمَّ الْجَحِيمَ صَلُّوهُ {31}

ثُمَّ فِي سِلْسِلَةٍ ذَرْعُهَا سَبْعُونَ ذِرَاعًا فَاسْلُكُوهُ {2}

[2] Igualmente en 17.71 El día que llamemos a todos los hombres con su Libro […]

يَوْمَ نَدْعُو كُلَّ أُنَاسٍ بِإِمَامِهِمْ فَمَنْ أُوتِيَ كِتَابَهُ[…] {71}

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Introducción a la demonología coránica

Iblīs

Desobedeció por orgullo a Allāh, cuando éste le ordenó a él y a sus compañeros adorar a Adán.

Castigado por Dios, se convirtió, con su permiso, en el tentador del hombre (cfr. 4.120); pero será arrojado junto con sus infernales compañeros a los infiernos el día del juicio.

Ablasa significa fue presa de la desesperación o se quebró su espíritu.

Satán, llamado también Iblīs, diablo; es el tentador y enemigo del hombre,

12.5 […] El Demonio es para el hombre un enemigo declarado. Igual en 17.53.

Arrojado del cielo y castigado desde el momento en que desobedeció la orden de Dios de prosternarse ante Adán.

Su trabajo es susurrar el mal, inducir a él e invitar a la obscenidad; distraer al creyente del recuerdo de Dios.

5.90 ¡Creyentes! (Los estupefacientes, los juegos de azar, las prácticas idólatras y la adivinación del futuro no son sino una abominación, obra de Satán)[1] ¡Evitadlo, pues! Quizás, así, prosperéis.

Satanás trata de seducir al hombre a cada día, sin la posibilidad del mal, la creación del hombre no hubiera tenido sentido y hubiera sido inútil.

Lo que un hombre debe hacer es usar su libre albedrío (18.29), elegir entre el bien y el mal, pues al hombre se le ha dado la posición más alta en la creación, en la dirección de su evolución intelectual y espiritual.

Satanases

26.95 así como las huestes de Iblis, todas. Cfr. 19.68, 19.83.

Las huestes de Iblis son las fuerzas del mal y que se relacionan con los actos o inclinaciones malvadas e inmorales del ser humano.

El término plural shayatin indica una fuerza o influencia distante y opuesta a todo cuanto es verdadero y bueno

Ŷinn, plural: ŷunūn.

72.14 Pero [es cierto] que entre nosotros hay quienes se han sometido a Dios –como hay entre nosotros quienes se han entregado a la maldad. Los que se someten a Él –ésos son los que han optado por la rectitud[2]

La raíz verbal es yanna, “él [o “ello”] ocultó” o “cubrió de oscuridad”, al-yinn significa una intensa oscuridad y lo que está oculto a los sentidos del hombre; es decir, cosas, seres o fuerzas que no pueden ser percibidas por el hombre pero que tienen realidad objetiva, concreta o abstracta.

Fuerzas o seres espirituales que precisamente por carecer de corporeidad, exceden la capacidad perceptora de nuestros sentidos corpóreos.

Demonios o fuerzas demoníacas.

Ángeles y fuerzas angélicas, pues todos ellos están ocultos a nuestros sentidos.

Fenómenos que apuntan a ciertos organismos sensibles de naturaleza tan fina y composición fisiológica tan distinta a la nuestra que son normalmente inaccesibles a nuestra percepción sensorial.

Fuerzas elementales de la naturaleza “ocultas a nuestros sentidos”, por cuanto que se nos manifiestan sólo en sus efectos, pero no en su realidad intrínseca.

Organismos dotados de raciocinio, una “personificación” simbólica.

Seres situados entre los hombres y los ángeles, dotados de inteligencia, imperceptibles a nuestros sentidos, que pueden aparecer bajo diferentes formas y realizar proezas y trabajos extraordinarios;

Se reproducen y son mortales; aunque pueden captar y comprender las decisiones celestes, que transmiten a hechiceros y adivinos.

Son responsables al igual que los hombres (45.15), y del mismo modo serán juzgados y recompensados o castigados.

Los genios son seres conscientes encargados de las obligaciones Divinas.

Como los ángeles, los genios se mueven extremadamente rápido; no están limitados por el tiempo y el espacio.

[1] Traducción de Muhammad Asad.

[2] Traducción de Muhammad Asad.

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La nueva Jerusalén en el Apocalipsis

et vidi caelum novum et terram novam primum enim caelum 21.1a[1]

El adjetivo nuevo se utiliza seis veces en el Apocalipsis, dos de sus apariciones para la Ciudad de Jerusalén y otra para el cielo y la tierra nuevos; su uso se presenta en medio de “la renovación escatológica de todo”[2], para otros, posee un sentido ‘pascual’[3]; como sea, es una renovación, un rompimiento de la continuidad histórica y posiblemente un cambio de plano de realidad por una escatológica, imperiosa y/o presente.

En el profeta Isaías, Dios ya había prometido a su pueblo fiel crear unos cielos nuevos y tierra nueva [4]; luego, los cristianos entendieron la nueva creación como una manifestación más que como una transformación escatológica del mundo actual como se narra en la II de carta de  Pedro a partir de la justicia:

“Según las promesas de Dios esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia [5]”.

Los profetas emplearon la imagen de un cielo y tierra nuevos para expresar la renovación completa de todas las cosas que vendrá al final de los tiempos[6]; luego a esta mención escatológica de un nuevo cielo y una nueva tierra se introduce Jerusalén en ella, queriendo mostrarla como el símbolo de la renovación.

 novae Hierusalem 3.12

 Hierusalem novam 21.2

 Según Ariel Álvarez, la ‘Jerusalén reconstruida’ personifica y representa “la totalidad del pueblo judío”, ella “será el centro religioso de todas las naciones”[7], pero esta nueva Jerusalén, para los cristianos, estará habitada por la comunidad de los elegidos[8], por una “comunidad fraterna de amor”[9], lo cual marca característica de lo cristianos y dirigida también a los no cristianos.

Ya el Profeta Ezequiel había descrito el reino escatológico de Dios (40-48) en la visión del Nuevo Templo; según el Apocalipsis, la ciudad judía no abrigará sólo al pueblo judío, sino al pueblo de la nueva alianza; en sus muros se escriben los nombres de los doce apóstoles[10] en reminiscencia de las doce tribus de Israel y como símbolo de la universalidad[11], una universalidad que se dirige a los cristianos y a las demás comunidades, pueblos y, porqué no, religiones, en una interpretación más amplía.

Esta nueva Jerusalén no posee templo [12], “la presencia de Dios inunda de luz toda la ciudad”[13], la ciudad es el templo de Dios, nada es profano, nada es pecado, todo es sagrado y puro. Esto es posible, pues la nueva Jerusalén no es una construcción humana, desciende desde el cielo, mediante una intervención gratuita de Dios[14]. En el Apocalipsis la ausencia del templo indica una búsqueda de secularización, ya que sin santuario no hay culto, ritos, sacrificios, religión ni mediación alguna, todo se relaciona con Dios en el amor[15], no hay un lugar privilegiado para la relación, mediación o apertura a lo divino.

 

[1] Todos los textos griegos del NT son tomados de la edicion de Tischendorf New Testament. Lobegott Friedrich Konstantin von Tischendorf (1815-1874) GNT 8th Edition, 1869-1872.

[2] VANNI, Ugo, Lectura del Apocalipsis, Hermenéutica – Exégesis – Teología, nota 7 en p. 404.

[3] Con la resurrección de Jesús, Cfr. CHARLIER, Jean-Pierre, Comprender el Apocalipsis, II, p. 171.

[4] Cfr. Is 65.17.

[5] 2 Pedro 3.13.

[6] Cfr. CERFAUX, Lucien y CAMBIER, Juñes, El Apocalipsis de San Juan leído a los cristianos, nota 1, p. 222.

[7] Cfr. ALVAREZ VALDÉS, Ariel, “La nueva Jerusalén del Apocalipsis y sus raíces veterotestamentarias: El periodo de la “Jerusalén reconstruida”, pp. 64-65.

[8] Cfr. BARSOTTI, Divo, El Apocalipsis, Una respuesta al tiempo, p. 260.

[9] WICKENHAUSER, Alfred, El Apocalipsis de san Juan, p. 263.

[10] Ap 21.14.

[11] Cfr. IGLESIAS, Eduardo, El Apocalipsis, p. 460.

[12] Ap 21.22.

[13] Cfr. BARSOTTI, Divo, El Apocalipsis, Una respuesta al tiempo, p. 263.

[14] Cfr. WICKENHAUSER, Alfred, El Apocalipsis de san Juan, p. 261.

[15] Cfr. CHARLIER, Jean-Pierre, Comprender el Apocalipsis, II, p. 203.

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La creación del hombre en el Sagrado Corán

Dios advierte a la humanidad, la reúne en el hecho de haber sido creada de un sólo ser es decir su origen es el mismo, de la siguiente manera:

¡Hombres! ¡Temed a vuestro Señor, Que os ha creado de una sola persona (un sólo ente vivo), de la que ha creado a su cónyuge (pareja), y de los que ha diseminado un gran número de hombres y de mujeres! […]

[La traducción de IIPH: ¡Oh, humanos! Temed a vuestro Señor Quien os ha creado a partir de un solo ser, del que creó a su esposa e hizo descender de ambos muchos hombres y mujeres]

يَا أَيُّهَا النَّاسُ اتَّقُواْ رَبَّكُمُ الَّذِي خَلَقَكُم مِّن نَّفْسٍ وَاحِدَةٍ وَخَلَقَ مِنْهَا زَوْجَهَا وَبَثَّ مِنْهُمَا رِجَالاً كَثِيراً وَنِسَاء […] {1}

Esta aleya recuerda a los hombres que provienen de Dios y cuenta a los hombres que provienen de un mismo origen y que sus diferencias raciales, físicas o en formas de pensar y actuar son posteriores, pues todos provenimos de una misma ascendencia, somos hijos de Adán.

Este único origen se expresa en la frase una sola alma, es decir de un solo ser Dios creó la pareja, por lo que el Corán, en esta aleya, no plantea que la mujer o el hombre sean las razones que provocan el mal o las obras y decisiones contra Dios, no se plantea que la mujer sea la causa, la culpable o la provocadora del mal, pues a la mujer es de la misma naturaleza y especie que el hombre, y de la unión de ambos provienen hombres y mujeres sin distinción.

Así, la diferencia no radica en el origen la naturaleza o la disposición natural sino en las inclinaciones y los deberes de cada género; también se deriva de esta aleya que la familia es la base de la vida humana en comunidad.

El término utilizado puede traducirse por un solo ser (nafs) así como por alma, espíritu, mente, ser animado, ser humano, ente vivo, persona, individuo, ánimo, voluntad, sí mismo (identidad personal), género humano, esencia y principio vital; aquí, para la mayoría de intérpretes, significa ser humano con referencia a Adán, para otros, género humano como origen común al hacer énfasis en el adjetivo ‘sola’ (wāhidah). Entre los múltiples significados de nafs la mayoría de comentaristas escogen el de ser o esencia humana, común a todos los hombres y proveniente de Adán –la paz de Dios sea con él–.

El término pareja (zaūŷa) posee sentido masculino y femenino a la vez, es decir, puede traducirse por marido y esposa. Lo cual difiere del relato de la creación de la mujer a partir del hombre que presenta el Berešīt[1]. Aun así, esta ayat está al inicio de la sura llamada ‘Las Mujeres (An-Nisā’)’ que versa sobre los derechos que la mujer adquiría con el Islam; así es que no es extraño que también se traduzca por esposa.[2]

La finalidad de la creación del ser humano es la adoración y la alabanza del creador, tal como se presenta claramente en el sagrado Corán:

2.21 ¡Hombres! Servid a vuestro Señor, Que os ha creado, a vosotros y a quienes os precedieron. Quizás, así, tengáis temor de Él.

يَا أَيُّهَا النَّاسُ اعْبُدُواْ رَبَّكُمُ الَّذِي خَلَقَكُمْ وَالَّذِينَ مِن قَبْلِكُمْ لَعَلَّكُمْ تَتَّقُونَ {21}

51.56 [traducción de Julio Cortes:] No he creado a los genios y a los hombres sino para que Me sirvan.

وَمَا خَلَقْتُ الْجِنَّ وَالْإِنسَ إِلَّا لِيَعْبُدُونِ {56}

[1] Gén 2.22.

[2] Cfr. 7.189.

Él es Quien os ha creado de una sola persona, de la que ha sacado a su cónyuge para que encuentre quietud en ella. Cuando yació con ella, ésta llevó una carga ligera, con la que iba de acá para allá; pero cuando se sintió pesada, invocaron ambos a Dios, su Señor. «Si nos das un hijo bueno, seremos, ciertamente, de los agradecidos.

هُوَ الَّذِي خَلَقَكُم مِّن نَّفْسٍ وَاحِدَةٍ وَجَعَلَ مِنْهَا زَوْجَهَا لِيَسْكُنَ إِلَيْهَا فَلَمَّا تَغَشَّاهَا حَمَلَتْ حَمْلاً خَفِيفًا فَمَرَّتْ بِهِ فَلَمَّا أَثْقَلَت دَّعَوَا اللّهَ رَبَّهُمَا لَئِنْ آتَيْتَنَا صَالِحاً لَّنَكُونَنَّ مِنَ الشَّاكِرِينَ {189}

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El juicio universal en el Apocalipsis (20.11-15)

Los títulos usados para este pasaje bíblico (20.11-15) son: ‘El juicio de las naciones’, ‘El juicio universal’, ‘Resurrección y juicio’, ‘Séptima visión, ‘La muerte de la muerte’.

En este pasaje y por única vez el Apocalipsis se refiere “directa y exclusivamente” al final de toda la historia, mientras que en los evangelios sinópticos este final fue descrito con muchos detalles, aquí se trata de una visión de enorme simplicidad[1]; este final es relacionado directamente con el juicio de la humanidad y el “juicio es ya acontecimiento del presente”[2] que se prolonga en el futuro.

Ahora bien, con la ayuda de los comentaristas bíblicos cada versículo de este pasaje puede comprenderse con el fin de encontrar convergencias y divergencias entre la apocalíptica de este texto bíblico y la apocalíptica coránica.

11 

El último acto de la historia de la creación, es decir el juicio universal, sucede desde el gran trono blanco (qro,non me,gan leuko.n), símbolo del juicio, de la pureza o del triunfo divino[3] al igual que en el inicio de las revelaciones sobre la historia del mundo y de la salvación en el texto del Apocalipsis; pero ahora es un trono solitario, resplandeciente, lúcido, blanco, es decir, victorioso, alegre, litúrgico y celestial mientras que antes ancianos, ángeles, cantos y asesores le acompañaban.

Sobre él está sentado (to.n kaqh,menon) Dios padre, que se impone como el Juez, en contraposición al ‘juez hijo’ de otros apartados del Apocalipsis y del IV evangelio en donde el juez es Cristo, aun así esta imposición no es una oposición entre el juicio de Dios y el juicio de Cristo; así como tampoco hay oposición en el binomio tierra y cielo (h` gh/ kai. o` ouvrano,j) sino que menciona la totalidad de la creación a ser juzgada.

12 

En este versículo se observa el binomio ‘grandes y pequeños (tou.j mega,louj kai. tou.j mikrou,j)’ para expresarse en relación a todos los muertos (tou.j nekrou,j) y así presentar el carácter universal del juicio. Pero en este caso se adelantan los grandes, acaso por ser juzgados en primer lugar, pues ya en capítulos anteriores del Apocalipsis el binomio era: a ‘los pequeños y los grandes (toi/j mikroi/j kai. toi/j mega,loij, pusillis et magnis, 11.18, cfr. 13.16)’

Y en este versículo se abren los libros (kai. bibli,a hvnoi,cqhsan), representando los libros de cuentas en los que se registran las obras buenas y malas, presente en la apocalíptica judía y coránica, concordancia que se comentará más adelante.

Así mismo en el libro de Henoc:

“Me dijo: «Mira Henoc estas tablillas celestiales, lee lo que está escrito allí y señala cada dato».

Miré las tablillas celestiales y leí todo lo que estaba escrito y lo comprendí todo; leí el libro de todas las acciones de la humanidad y de todos los hijos de la carne que están sobre la tierra, hasta las generaciones remotas.

[…] Entonces dije: Bienaventurado el hombre que muera en justicia y bondad y contra el cual no se haya escrito un libro de injusticia ni se encuentre uno el día del juicio.”[9]

Y más adelante en el mismo libro, se mencionan la compensación de las malas obras como criterio para el castigo en el día del juicio:

“¡Desgracia para vosotros si en el día de la terrible angustia atormentáis a los justos o los quemáis con fuego, pues seréis compensados de acuerdo con vuestras obras!”[10]

También en 4 Esdras, estas malas acciones se presentan junto a las buenas y las recompensas de las obras:

“Sigue la obra, aparece la recompensa. Las buenas acciones despiertan las malas no vuelven ya a dormir (4Esd 5[7], 35).”[11]

Y, en el libro II de Henoc, el día del gran juicio las acciones de los hombres serán pesadas y medidas como en el mercado y cada uno obtendrá su recompensa según su medida (2 Hen 55,5)[12]:

“En esos tiempos vi la Cabeza de los días cuando se sentó en el trono de su gloria y los libros de los vivos fueron abiertos ante Él. Todas sus huestes que habitan en lo alto del cielo y su corte estaban ante Él.”[13]

Así pues, es notorio como en la literatura apocalíptica se menciona el día del juicio, el trono y las obras como criterio para lo que sucederá al ser humano después y en ese mismo momento. También es abierto (hvnoi,cqh) otro libro (a;llo bibli,on), a saber, el libro de la vida (o[ evstin th/j zwh/j) que aparece en otras tres ocasiones en el libro del Apocalipsis:

[…] No borraré jamás su nombre del libro de la vida […] (3.5)

[…] En el libro de la vida del Cordero degollado. (13.8)

Y cuantos no se hallaron inscritos en el libro de la vida fueron precipitados en el lago de fuego  (21.27)

Así pues, “el juicio es confrontación con la obra de conjunto de los hombres […] y con el don gratuito de Dios […]”[14] en la perspectiva cristiana, la inscripción servirá de cuenta de obras.

Este libro incluye los nombres de los condenados, sin que por ello deba interpretarse de manera fatalista, mencionado también en las Sagradas Escrituras judías donde están inscritos los elegidos, tal como en el libro de los Salmos, donde se explica la función de este libro de la vida:

Sean borrados del libro de la vid y no sean inscritos con los justos.[15]

Y en el texto apocalíptico del Antiguo Testamento por excelencia, el libro de Daniel, se menciona de manera más explícita la resurrección de los muertos[16] y la salvación de aquellos que estén escritos en este libro, también llamado el libro de la vida:

[…] En aquel tiempo se salvará tu pueblo, todos los que estén inscritos en el libro el conteo.[17]

El libro también sirve para dictar la sentencia, en este caso de los muertos (oi` nekroi).

13 

La muerte , el hades  y los muertos enfatizan la entrega incondicional y completa de todos los que serán juzgados según sus propias obras (kata. ta. e;rga auvtw/n), pues las buenas obras son la base para el juicio, pues ni el juez ni en el juicio se hacen excepciones.

14 

La muert y el hades son el último binomio de este pasaje y significan el ingreso y la morada; de esta segunda muerte (o` qa,natoj o` deu,tero,j) no hay ya resurrección posible, sólo un lago de fuego, no hay pues una segunda resurrección sino una segunda muerte definitiva.

Esta muerte no es un segundo juicio, uno particular en el momento de la muerte y otro general al final de los tiempos, en opinión de Jean-Pierre Charlier[18]; tal distinción es, pues, relativa[19].

Aun así, la apocalíptica judía, y, en parte, la cristiana han considerado el reinado de mil años (cfr. Ap 20.4-6) en el intermedio entre el reino mesiánico y el reino de Dios, que en el Apocalipsis “es una época de consumación terrena preliminar antes del reino eterno de Dios”[20].

El milenarismo, en la perspectiva cristiana es ajeno al corpus del Nuevo Testamento, a excepción de lo citado, pero es característico de la apocalíptica judía y los movimientos milenaristas en la Iglesia antigua, medieval y es común los fieles y dirigentes cristianos tanto en las cercanías del año 2.000 como en la actualidad.

La referencia más cercana de una descripción de tal fuego en el Sagrado Corán es una de las últimas suras (capítulos) y en relación con el día del juicio, en las que se advierte al que “amase hacienda y la cuente una y otra vez, creyendo que su hacienda le hará inmortal”:

104.5 ¿Y qué te hará comprender lo que es el Fuego devastador (Al-Ḥuṭamah)?

104.6 Es el fuego encendido por orden de Allah

104.7 Que penetra hasta los corazones.

وَمَا أَدْرَاكَ مَا الْحُطَمَةُ {5}

نَارُ اللَّهِ الْمُوقَدَةُ {6}

الَّتِي تَطَّلِعُ عَلَى الْأَفْئِدَةِ {7}

Siguiendo el tafsir de al-Qurtubi, Al-Hútama es el Fuego de Dios, llamado así porque se rompe todo lo que es arrojado a él y queda destrozado. Y se corresponde con el sexto nivel del Yahannam; es el Fuego encendido durante mil años, y mil años, y mil años; por tanto, no se ha extinguido.

Que llega hasta el fondo de los corazones [entrañas]”, y se mencionan los corazones porque entran en el estado de la muerte como moribundos, pero no mueren.

Numerosas veces, se menciona como advertencia el fuego de la gehena, en especial sobre la hora del juicio:

25.11 Y [dicen esto porque] no creen en el Día del Juicio; y Nosotros ciertamente hemos reservado el Infierno para quienes no crean en él.

بَلْ كَذَّبُوا بِالسَّاعَةِ وَأَعْتَدْنَا لِمَن كَذَّبَ بِالسَّاعَةِ سَعِيرًا {11}

15 

Los que no han sido inscritos en el libro de la vida  serán, por tanto, lanzados al lago de fuego.

[1] Cfr. GARCÍA GONZÁLEZ, Javier, Apocalipsis, el Final, p. 220.

[2] SCHELKLE, Karl Hermann, Teología del Nuevo Testamento, p. 162.

[3] Cfr. ORCHARD, B. et al, Verbum Dei, Comentario a la sagrada escritura, tomo cuarto, p. 494.

[4] Dn 7.9.

[5] En el sagrado Corán también se encuentran estos pasajes sobre el día del juicio, entre otros: El día que se desgarre el nubarrón del cielo y sean enviados abajo los ángeles (25.25); El día que el cielo gire vertiginosamente (52.9); El cielo se henderá, pues ese día estará quebradizo. (69.16); El día que el cielo parezca metal fundido, (70.8); cuando el cielo se hienda (77.9); El cielo se abrirá, todo puertas (78.19);

cuando el cielo sea desollado (81.11); Cuando el cielo se hienda (82.1); Cuando el cielo se desgarre (84.1).

[6] Is 34.4, cfr. Is 34.1-4 donde se encuentra, también, un juicio de las naciones.

[7] Ap 21.1.

[8] Dn 7.10.

[9] Libro de Henoc, El libro del Juicio, capítulo 81, §§ 1-2, 4.

[10] Libro de Henoc, El libro del Juicio, capítulo 100, § 7.

[11] Citado en SCHELKLE, Karl Hermann, Teología del Nuevo Testamento, p. 149.

[12] Cfr. DELCOR, M., Mito y tradición en la literatura apocalíptica, p. 62.

[13] Libro de Henoc, El libro del Juicio, capítulo 47, §3.

[14] CHARLIER, Jean-Pierre, Comprender el Apocalipsis, II, p. 163.

[15] Sal 69.29 en la oración para la liberación de la persecución.

[16] Cfr. ASURMENDI, J. M., “La apocalíptica”, en SANCHEZ CARO, José Manuel (Coord.), Historia, Narrativa, Apocalíptica, p. 537.

[17] Dan 12.1.

[18] Cfr. CHARLIER, Jean-Pierre, Comprender el Apocalipsis, II, p. 166.

[19] Cfr. KEHL, Medard, Y después del fin, ¿qué?, Del fin del mundo, la consumación, la reencarnación y la resurrección, p. 159.

[20] SCHELKLE, Karl Hermann, Teología del Nuevo Testamento, p. 165.