Edición crítica de Q.
Luego de dos siglos de especulaciones, hipótesis e investigaciones en múltiples ciencias: historia, arqueología, paleografía, crítica textual, teología y lingüística, ahora se posee un texto crítico de Q, labor emprendida hace más de dos décadas por los miembros del Proyecto internacional Q.
A partir de las redacciones lucana y mateana se han podido detectar las formas del Evangelio según Marcos siguiendo la crítica redaccional, la crítica textual y la papirología hasta perfeccionarlo y convertirlo en un texto definitivo, pero no original.
Así pues, según la Teoría de las dos fuentes (Zwei-Quellen-Theorie), la Fuente Q y el evangelio de Marcos explicaban el ‘problema sinóptico’”, ahora es considerado como un auténtico Documento Q, escrito en griego y tal vez con varias redacciones; aun así, es una hipótesis muy probable que la mayoría de los investigadores actuales dan como teoría prácticamente cierta[1], lo cual es una afirmación a la que le falta aun fundamento científico, aun asi, los teólogos se atreven a decir que “ahora ya no es necesario seguir considerando a Q como una pura hipótesis”[2] lo cual ha llevado a una proliferación de reconstrucciones del texto griego; entre ellas está el documento del “Proyecto Internacional Q” trabajado por un grupo de investigadores desde 1985. Mientras que otros son más sensatos y opinan: “todo lo referente a Q es hipotético y, consecuentemente, todo lo que se construya sobre esta base comparte su carácter hipotético.”[3]
Q en la actualidad
En los últimos años, investigadores como Burton L. Mack (1993) admiten la Fuente Q como un escrito o un libro y lo llaman ‘Evangelio’ o ‘El Evangelio perdido’ inserto en el evangelio de Marcos y unido a los otros sinópticos, estos investigadores inclusive estudian la ‘comunidad de Q’ que sería la comunidad primitiva de los seguidores de Jesús, totalmente distinta a la que describe el Nuevo Testamento en su conjunto, lo cual tiene enormes implicaciones históricas, teológicas y eclesiales, al punto de opinar:
“Lo que tiene de notable el pueblo de Q es que no era cristiano. No veía a Jesús como un Mesías o como el Cristo. No tomaba sus enseñanzas como una crítica severa del judaísmo. No consideraba su muerte como un suceso divino, trágico o salvador. Y no imaginaba que se había levantado de entre los muertos para gobernar un mundo transformado. Pensaba en cambio que era un maestro cuyas enseñanzas le permitían vivir con entusiasmo en tiempos turbulentos. Por lo tanto, no se reunía para rezar en su nombre, para reverenciarlo como dios o para cultivar su memoria mediante himnos, oraciones y rituales. No formó un culto del Cristo como el que surgió entre las comunidades cristianas con las que están familiarizados los lectores de las epístolas de Pablo. El pueblo de Q no era cristiano: era el pueblo de Jesús. […]”[4]
Afirmaciones a manera de conclusión cercana a la presentación islámica de Jesús con ciertas diferencias.
Otros, como John Dominic Crossan, usan fuentes extra canónicas para el estudio del Jesús histórico y del cristianismo primitivo con hipótesis de trabajo entre el sensacionalismo y la polémica académica, por ejemplo, “El Evangelio de Tomás y Q cuestionan el supuesto de que la Iglesia primitiva puso unánimemente la muerte y resurrección de Jesús como fundamento de la fe cristiana”[5].
Así pues, a partir de estos estudios cristianos del Jesús histórico, Jesús no ha sido considerado, ni él mismo ha pedido ser adorado, o que se le rinda culto alguno, a diferencia de lo que se encuentra en las cartas de Pablo y desarrollos posteriores a su mensaje; así mismo, especialistas cristianos reconocidos en los estudios del Jesús histórico plantean la posibilidad de que no toda la Iglesia primitiva, es decir de los primeros siglos, tomará la muerte y, por lo tanto, la proclamada resurrección de Jesús como un fundamento del cristianismo y su fe, tal como lo afirma la tradición islámica.
[1] VARGAS-MACHUCA, Antonio (Coord.), La fuente “Q” en los Evangelios, p. 2.
[2] ROBINSON, JAMES M., et al, El documento Q en Griego y en Español, con paralelos del Evangelio de Marcos y del Evangelio de Tomás, Introducción, P. 20.
[3] VARGAS-MACHUCA, Antonio (Coord.), La fuente “Q” en los Evangelios, p. 3.
[4] Pp. 14-15. El “Libro original de Q””, citado en VARGAS-MACHUCA, Antonio (Coord.), La fuente “Q” en los Evangelios, p. 24.
[5] VARGAS-MACHUCA, Antonio (Coord.), La fuente “Q” en los Evangelios, p. 25.